Una pareja con dos hijos necesitó durante noviembre percibir ingresos por $ 73.917 para comprar la cantidad mínima de alimentos, indumentaria y pagar algunos servicios, y no caer por debajo de la línea de la pobreza, informó este miércoles el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Ese mismo grupo familiar necesitó de $31.724 para poder adquirir la cantidad mínima e indispensable de alimentos para no caer en situación de indigencia.

El costo de la Canasta Básica Total (CBT) que marca el umbral por debajo del cual se cae en la línea de pobreza aumentó 2,1 % en noviembre, y acumuló una suba del 39,9% en lo que va del año y 47,1% en los últimos 12 meses.

En tanto, el valor de la Canasta Básica Alimentaria, que mide el umbral de la indigencia, subió en noviembre 2,1%; un 36,4% en lo que va del año, y 42,8% en los 12 meses.

El Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) estimó que el índice de pobreza alcanzó al término del tercer trimestre de este año al 43,8% por debajo del 44,7% de julio-septiembre del año pasado.

En tanto, el nivel de indigencia, entendida como la gente pobre cuyos ingresos ni siquiera les alcanzan para comprar la cantidad mínima para alimentarse, se mantuvo en el 8,8%.

El director del Observatorio, Agustín Savia, apuntó a que los planes sociales “son fundamentales para evitar que se dispare la indigencia”. Sin estas ayudas ese índice aumentaría del 8,8% a. 18%. “Los efectos que tendría sacar los programas serían muy fuerte desde el punto de vista social. Generar reducciones a los programas tiene efectos muy corrosivos”, dijo Savia en el informe.

En cuanto a la pobreza, la estimación de la UCA es que sin los planes pasaría de 43,8% a 48,9%. Esta baja en el nivel de pobreza se produjo luego de que la economía acumulara un crecimiento del 10,4% entre septiembre de este año e igual mes del 2020, según el Indec.

Con este crecimiento de la economía, la tasa de desocupación bajó al 9,1% en el tercer trimestre de este año desde el 14,2% de igual período del año pasado, según la UCA.

Para el Observatorio, tanto en el 2020, con las restricciones para combatir el Covid-19, como este año, gravitó con fuerza el “efecto desaliento”: desocupados que abandonaron la búsqueda de empleo al ver que disminuían las chances de conseguir trabajo.

La UCA estimó que sin este desaliento, y sin las vacantes que se abrieron por las licencias y suspensiones por covid-19, la desocupación se habría incrementado a niveles cercanos al 28,5% en 2020 y al 12,5% en 2021.