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26 de abril de 2021

Aventureros y turistas buscan fuertes emociones en el apocalíptico Chernóbil 35 años después del accidente nuclear

Se cumplen ahora 35 años del accidente nuclear de Chernóbil, uno de los más graves de la historia. La enorme radiación procedente de la planta arrasó la zona y la convirtió en un lugar fantasmagórico. Ahora, tres décadas después de la catástrofe, excéntricos turistas y viajeros llegan a la zona de Chernóbil, atraídos por sus edificios abandonados y sus paisajes apocalípticos. Su objetivo es sentir experiencias similares a las que les ofrecen los videojuegos o películas sobre el devastado Chernóbil.

El accidente que lo redujo todo a la nada

El 26 de abril de 1986, la explosión en el reactor número 4 de la central liberaba enormes y peligrosas cantidades de radiación por la zona. Tanto Chernóbil, como Prípiat, conocida como la ciudad de las rosas y situada a escasos 3 km de la nuclear, enmudecieron para siempre. 

“Lo que había sido nuestro orgullo se convirtió en nuestro dolor“

Solo los sutiles crujidos de la radiación podían oírse por donde, hasta hacía un instante, había alboroto y se respiraba la fragancia de sus flores. “Lo que había sido nuestro orgullo se convirtió en nuestro dolor”, recuerda uno de los vecinos que fueron evacuados de Prípiat, la ciudad que se paró de golpe y a la que nunca regresarían.

Hacer urbex por tierras radioactivas

Nadie podía imaginar que, tres décadas después, alguien quisiera hacer turismo aquí. “Hoy, Chernóbil es probablemente el destino más popular de Ucrania”, explica una guía a un grupo de estos singulares turistas que pasean por las calles de la inerte Prípiat. “En el 4º piso podrán ver la tienda de ultramarinos y el centro comercial Arcoíris”, les indica.

Solar de un edificio destruído en Prípiat

Solar de un edificio destruído en Prípiat

Junto a estos viajeros ha aparecido otro tipo de visitantes que quieren experimentar, in situ, las sensaciones que les ofrecen los videojuegos y películas sobre el aniquilado Chernóbil. Y la mejor forma de conseguirlo es hacer urbex.

Una nueva forma de viaje donde los aficionados al deporte extremo, los artistas y los exploradores pueden escalar edificios abandonados, fotografiar chatarra nuclear, visitar instalaciones abandonadas y adentrarse, como es el caso, en el entorno natural más cercano a la central de Chernóbil. 

“Tuve la suerte de recorrer el famoso bosque rojo donde hace 30 años los niveles de radiación eran espeluznantes“

“Tuve la suerte de recorrer el famoso bosque rojo, donde hace 30 años los niveles de radiación eran espeluznantes”, cuenta Kiril Stepanets haciendo gala de su condición de explorador. Un “stalker” -como se denomina en inglés- que persigue en Chernóbil adentrarse en la zona restringida por su propia cuenta, desoyendo las normas y ajeno a los riesgos contaminantes de los isótopos radioactivos que aún persisten. 

Un explorador se hace un

Un explorador se hace un "selfie" en la terraza de un edificio abandonado en Chernóbil

“Me interesa, cómo no, ver el reactor, la ciudad abandonada y el radar Duga al que se puede subir”, dice Sasha, a quien ahora ya no le cuesta encontrar a otra exploradora como ella que le acompañe en la aventura.

Fuertes emociones a primera vista

Los que vivieron en primera persona la tragedia de Chernóbil hace tres décadas no dan crédito a este nuevo tipo de actividad y al interés que suscita. “La radiación ni se siente ni se ve ni se huele, tan solo la detecta un dosímetro, si lo enciendes ¡claro!”, comenta con cierto enfado, Alexander Esaulov, el que era teniente alcalde de Prípiat en 1986. “Dentro de 10 años tendrán cáncer ¿cómo voy a aprobar algo así?”, insiste con preocupación cuando habla de estos peculiares viajeros. Máxime, cuando muchos de estos exploradores son hijos de alguno de los 300.000 limpiadores que se jugaron la vida retirando los letales desechos radioactivos.

“Dentro de 10 años tendrán cáncer ¿cómo voy a aprobar algo así?“

Sin embargo, la mayoría de exploradores extranjeros consideran que Chernóbil y Prípiat son una droga, una vía de escape de la civilización y hasta que se respira un aire diferente. Como para Victoria y Stanis, quienes notan como les sube la adrenalina, “cuando miras al horizonte donde está la central nuclear de Chernóbil, que está encendida, como si fuera una enorme nave espacial”. Todos experimentan una fuerte atracción ante el abandono y el silencio. Coinciden en una misma emoción. Hay que vivirlo para entenderlo.

Un explorador pasea entre las ruinas de la central nuclear de Chernóbil

Un explorador pasea entre las ruinas de la central nuclear de Chernóbil

La catástrofe de Chernóbil no se dio a conocer hasta tres días después, el 29 de abril de 1986.

//rtve.es

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