El chaqueño Juan Carlos Treppo y el correntino Marciano Verón formaron parte de las seis identificaciones anunciadas el 14 de septiembre por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). 

Los otros excombatientes durante la guerra por Malvinas fueron Guillermo Nasif, Carlos Misael Pereyra, Víctor Samuel Guerrero y Ricardo Julio Sánchez. 

Los restos de los jóvenes caídos en 1982 habían sido exhumados de una tumba múltiple en el cementerio de Darwin.   Ahora que el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) pudo determinar su identidad, los restos de cada uno tendrá una tumba propia. 

La acción forma parte del Segundo Plan de Proyecto Humanitario (PPH 2) y se inició a finales de agosto cuando las muestras de ADN fueron trasladadas desde las islas hasta el laboratorio de Genética Forense en la ciudad de Córdoba.

Profundo dolor 

Juan Carlos Treppo era gendarme y su caso es uno de los últimos en esclarecerse.  

David Zambrino, uno de los principales impulsores del trámite y vínculo con los familiares, la angustia que acompaña cada identificación. 

Para ellos ir a una tumba es muy importante, como también saber si está o no ahí. Él visita o contacta a muchas personas que esperan noticias de la gestión del programa. 

“Cada familia tiene una realidad distinta. Ver a madres y padres muy mayores es terrible porque lo verdadero, lo real, es que van muriendo sin ver los resultados. Solo quedan hermanos o parientes más jóvenes”, lamenta Zambrino. 

“Este año ya no se podrá seguir con las identificaciones, sabemos que van a seguir en 2022. Hubiéramos querido que todo finalice en 2020. Es tremenda esta situación”, expresa sin esconder su molestia por las demoras.  

Hay más 

Entre los nombres de quienes falta identificar hay otro chaqueño: “A Raúl Alegre todavía no lo encuentran y sus padres, que eran muy viejitos, ya fallecieron”.

En 2012 cuando comenzó un largo camino por el reconocimiento de restos recuerda que la cifra que sostenían era de 123 NN solamente para el NEA. “Cuando la dimos nos pegaron un cachetazo (figuradamente) y hoy ya estamos en 119 identificaciones. Sabemos que hay más”, dice el excombatiente. 

También menciona que existe un subregistro que toca profundamente a muchas otras vidas. El caso de Benito Almaraz es uno de ellos. Mientras la familia creía que bajo una cruz estaban sus restos, en realidad no era así.   

En 2015 fue la última vez que visitó a la familia de Benito, en Gancedo. Todavía no sabe dónde está, aunque su nombre esté escrito en un mármol negro. “Almaraz era uno de once hermanos, ninguno de ellos fue a Malvinas y la mamá falleció hace meses sin saber la ubicación de sus restos”, señala.

En Santiago del Estero halló otro caso similar con una familia de apellido Ordoñez. En la ciudad de La Banda la madre del excombatiente le dijo: “Mi hijo está identificado, ahí está y señalando la foto de una tumba”. Pero resulta que no estaba identificado y el trámite para hacerlo está en curso. Hoy sigue manteniendo contacto con ella vía whatsapp. 

“No puede quedar ningún compañero sin identificar. Había chaqueños en el regimiento de Corrientes. Es difícil determinar. Sostenemos que son más de 123, lo dijimos en 2015”, insiste. 

Zambrino remarca además el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense: “Creo que debe ser el mejor del mundo; tendrían que darle un premio Nobel. Sus integrantes están en Vietnam, contribuyeron a identificar a las víctimas del terrorismo de Estado y de la masacre de Napalpí. En todos los lugares a donde van, hallan algo importante”.

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