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SOCIEDAD

22 de julio de 2021

10 años de los atentados en Utoya y Oslo: "Creo que nunca lo superaremos"

Oslo, Noruega, 22 de julio de 2011. La tarde apacible de verano se rompe cuando un carro bomba explota en el distrito gubernamental.

Conmoción, confusión y un balance de ocho muertos. Noruega no está acostumbrada a eso.

El autor del atentado, Anders Breivik, se traslada en medio del caos a la isla de Utøya, a unos 40 kilómetros de la capital.

Allí, 650 jóvenes y adolescentes participan en un campamento de verano de las juventudes del Partido Laborista.

Breivik se hace pasar por policía y agrupa a varios jóvenes con la excusa de calmarles tras las noticias que llegaban de la capital.

En este tiempo, la periodista Asne Seierstad ha investigado la vida de Breivik y sus víctimas, y el impacto de los atentados en la sociedad noruega. Parte de su investigación está recogida en el libro One of us ("Uno de los nuestros"), publicado en 2015.

El día del ataque, Breivik publicó un manifiesto en internet en que exponía sus ideas nacionalistas, neonazis, antiislam, antiinmigración y antimarxistas. Hoy en día cumple una condena de 21 años de prisión por terrorismo y asesinato premeditado, la mayor pena que existe en el país, aunque puede quedar recluido indefinidamente si lo dictamina la justicia.

Cambió su nombre en 2018 a Fjotolf Hansen. Jamás se ha mostrado arrepentido de sus crímenes.

Seierstad y otros críticos vinculan las ideas radicales de Breivik a la retórica del Partido del Progreso, la formación de extrema derecha noruega.

"Diez años después de los ataques, Noruega ha perdido la oportunidad de sanar sus heridas", dice Seierstad.

En la entrevista de BBC Mundo a Seierstad, reconocida por sus trabajos sobre zonas de conflicto como Afganistán, Irak y Chechenia.

¿Por qué dices que Noruega ha perdido la oportunidad de sanar sus heridas?

Porque para sanar tienes que hablar realmente de tus problemas.

Creo que las discusiones se centraron demasiado rápido sobre la visión de que lo que sucedió fue un ataque contra la democracia y que todos debíamos unirnos contra la extrema derecha radical.

Sin embargo, ¿qué hay de la extrema derecha que sigue en el Parlamento?

Por supuesto que ellos no tienen nada que ver con el terror, pero sí coexisten en el mismo escenario que algunos blogs (de discurso de odio).

No son responsables por los ataques, pero sí por la retórica, las palabras, el vocabulario y las conspiraciones contra el islam, o el discurso de que "los islamistas están invadiendo Noruega", incluso cuando tenemos muy pocos musulmanes aquí.

La discusión sobre lo que pasó no puede ser solo "permanecer unidos ante el terror", sino realmente meterse dentro de este para ver que hay una relación entre el discurso de la extrema derecha democrática y la extrema derecha radical.

Algunos sobrevivientes siguen recibiendo mensajes de odio en redes sociales de gente que comparte las ideas de Breivik. ¿Crees entonces que el sistema es en parte responsable de las ideas radicales de Breivik y otros?

Insisto en que solo el terrorista es responsable de los ataques. Es muy importante repetirlo.

Pero muchos sí son responsables de compartir algunas ideas o conspiraciones. Ellos saben exactamente que esas ideas también siembran violencia.

El Partido del Progreso (al que el propio Breivik intentó unirse sin éxito antes de los atentados), incluso bajo las críticas que ha afrontado en las últimas semanas, sigue atacando al Partido Laborista y no toma ninguna responsabilidad.

Tras los ataques, el entonces primer ministro laborista Jens Stoltenberg mandó un mensaje de unidad. ¿Qué tanto ha calado ese mensaje?

Es difícil de decir. Nadie discrepa que en aquel momento no tenía otra alternativa, que ese era el mensaje correcto.

Bueno, obviamente los extremistas, pocos, sí discrepaban.

El caso es que aquel mensaje de unidad era adecuado, pero en algún momento debió haberlo cambiado y trasladado a la discusión política. No basta con hablar solo del trauma y el terror. Hay que analizar lo que pasó desde el punto de vista político.

Está tomando demasiado tiempo.

Muchos tienen una imagen idílica de Noruega como país pacífico, próspero y tolerante. ¿Estas posiciones extremas rompen con esa imagen?

En general, esa imagen sigue siendo verdad. Puedes estar seguro.

Es una sociedad extremadamente abierta, idílica y armónica. Aquí no tenemos barreras.

He vivido en América Latina, en México, y he viajado por Sudamérica, por Chile y Colombia. Entonces era una adolescente y me chocaron todas las barreras y muros. Los ricos viven en casas detrás de verjas y la policía protege a una clase social de la otra.

En Noruega no tenemos eso. Ni siquiera tenemos policía armada. Es más, ¿sabes cuándo se registró el primer asesinato del año en Noruega? ¡A mediados de abril! ¡El primer asesinato del año en Noruega ocurrió en abril!

Claro que sigue siendo un país idílico, pacífico y justo. Hay muy pocas diferencias entre ricos y pobres, entre los que están en el poder y los que son gobernados.

Obviamente no es perfecto y muchas personas pueden sentirse excluidas de las discusiones políticas.

En Utøya había adolescentes haciendo política, representando diversas comunidades. Incluso el terror de lo que pasó allí nos muestra que Noruega está de pie frente a los valores democráticos y es una sociedad abierta y tolerante, aunque por supuesto que tenemos manchas oscuras.

Especialmente la mayor mancha oscura: haber creado a Breivik. Aún seguimos lidiando con ello. ¿Cómo apareció entre nosotros habiendo ido a las mismas escuelas que el resto?

 

Muchos de los asesinados en Utøya eran políticos en ciernes. ¿Perdió Noruega una generación de políticos? ¿Crees que el trauma sigue perjudicando a las nuevas generaciones?

Sí, por supuesto. Especialmente al Partido Laborista. Entre los asesinados había muchos de sus jóvenes líderes brillantes.

Pero, tras la masacre, muchos perdieron la motivación. Cuando eres tan joven, estar en política debería ser algo divertido, sentir que estás en la onda y que eres parte de algo.

De repente se convirtieron en parte de un movimiento de aflicción. Muchos, traumatizados, abandonaron la política y comenzaron a dedicarse a otras cosas.

Creo que tomará más años recuperarse.

En tus investigaciones has estado en contacto con algunas de las familias de las víctimas. ¿Qué sienten 10 años después?

Los padres lidian con ello de manera muy distinta.

Muchos han estado enojados con la policía porque creen que llegaron demasiado tarde a la isla.

Los padres son los que realmente siguen en duelo. Muchos de ellos ni siquiera simpatizaban con el Partido Laborista. No les interesa la parte de la discusión política.

Ellos solo intentan lidiar con el dolor de sus pérdidas.

¿Cuánto le tomará a Noruega recuperarse de este trauma?

Creo que nunca lo superaremos. Siempre será una herida abierta. No podemos deshacernos de ella. Pasó.

Creo que siempre debemos recordarlo y honrar a las víctimas porque son mártires.

Murieron por sus ideas, por dónde y con quién trabajaban. Las personas que murieron en la explosión de Oslo trabajaban para el gobierno, para los laboristas.

Es importante recordarles.

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